Toledo, originalmente un pequeño asentamiento fortificado, fue conquistada por el general romano Marco Fulvio Nobilior en 193 a.C. Se convirtió en una importante colonia romana, conocida por su situación estratégica rodeada por el río Tajo.
La ciudad prosperó bajo el dominio romano, desarrollando infraestructuras y convirtiéndose en un centro administrativo vital. Este periodo sentó las bases de la estructura urbana y de defensa que influirían en el desarrollo de Toledo.